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jueves, enero 17, 2008

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CONTRADICE A LA AGENCIA ALIMENTARIA

Un comité de la UE ve problemas éticos en comer animales clonados

MARÍA RAMÍREZ BRUSELAS.- Los animales clonados, su carne y su leche, se podrán comer sin riesgos para la salud, como dicen los expertos en seguridad alimenticia, pero hacerlo despierta serias dudas éticas, según un comité asesor de la Comisión Europea.
El esperado informe del Grupo sobre la Ética de la Ciencia y las Nuevas Tecnologías (EGE, en sus siglas en inglés) contradice los dictámenes a favor de la clonación de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria de la UE y su homóloga estadounidense, que consideran seguros los derivados del ganado clonado.
"Considerando el nivel actual de sufrimiento y los problemas de salud de los animales clonados, el EGE tiene dudas sobre si la clonación para el suministro de comida está éticamente justificado. Si esto se aplica también a sus crías, el tema está aún abierto para más investigación científica", dice el informe del comité, cuya opinión no es vinculante, pero podrá ser tenida en cuenta en un futuro, si los Estados miembros se encuentran ante el dilema de autorizar o no la venta de productos de animales clonados (hasta la fecha, ninguna marca lo ha solicitado, entre otras cosas, porque conseguir un clon cuesta unos 15.000 euros por pieza).
"En la actualidad, el EGE no ve argumentos convincentes para justificar la producción de comida de los clones y su descendencia", dice el panel de expertos, que, en todo caso, si un día se admiten derivados de clones en el mercado, recomienda que los gobiernos de la UE garanticen la seguridad para el consumo, respeten el bienestar animal (los clones sufren más enfermedades y tienen una vida más corta que los originales), controlen los derivados clonados para distinguirlos del resto o etiqueten adecuadamente los nuevos productos en el mercado para que el consumidor sepa que está comiendo carne de clon.
Además, el grupo aconseja a la Comisión que se preocupe de proteger la biodiversidad, que podría estar en peligro con la selección artificial iniciada con la clonación, que financie más estudios para mejorar el bienestar de los ejemplares copiados o que haga encuestas sobre la imagen de estos nuevos productos.
Sobre este último punto, la Comisión ya prepara un sondeo del Eurobarómetro, que, si los europeos se comportan como los consumidores estadounidenses, dará un resultado muy negativo sobre la clonación. Además, la Agencia de Seguridad Alimentaria aún debe publicar su informe final, en abril o mayo, tras una consulta pública que durará hasta finales de febrero.
Según su análisis preliminar, "no hay diferencia" entre los productos de los animales originales y sus copias, y los clonados sanos son igual de nutritivos y seguros que el resto. Aún así, los expertos de la agencia también reconocen que la tecnología debe avanzar más para que los creados artificialmente no sufran.

jueves, enero 10, 2008

Obama y el sueño americano, en la pluma de Mario Vargas Llosa

"Aunque no gane la nominación demócrata, Barack Obama ha conseguido ya un logro impresionante: volatilizar aquel prejuicio según el cual pasarían muchas generaciones antes de que un negro pudiera ser elegido presidente de Estados Unidos"Por MarioVargas Llosa, escritor El año pasado dicté un curso semestral en la Universidad de Georgetown, en Washington DC. La gran mayoría de mis estudiantes tenía un absoluto desinterés por la política, con excepción de tres de ellos --dos mujeres y un varón, los tres blancos-- que iban a clases con insignias del senador Barack Obama, quien en ese entonces todavía no había anunciado que se presentaría a la preselección por el Partido Demócrata de su candidato a la Presidencia. Los tres jóvenes se habían ofrecido ya como voluntarios si se confirmaba su candidatura y me los imagino ahora trabajando afanosamente entre los 9.500 voluntarios que, según leo en "Time Magazine" de esta semana, han realizado la proeza de conseguir para su candidato, a través del teléfono, las cartas y sobre todo Internet, donaciones de 32 millones y medio de dólares en el segundo trimestre de este año, es decir unos 10 millones de dólares más que las obtenidas por Hillary Clinton. Pero acaso esta ventaja no lo diga todo. Lo importante es que la suma alcanzada por Obama procede de pequeñas cantidades enviadas por unas 258 mil personas, la mayoría de medianos y pequeños ingresos, en tanto que la de la senadora neoyorquina se origina en donantes menos numerosos y de más altos ingresos.Según las encuestas, hoy Hillary Clinton ganaría la nominación demócrata a Barack Obama por 37% a 23%, pero todavía queda mucho pan por rebanar. El factor decisivo puede ser el voto negativo, que es despiadado contra la senadora --la mitad de los electores votaría por cualquiera para impedir que ella ganara-- en tanto que la hostilidad del electorado contra el senador es muy reducida y se concentra sobre todo en minorías racistas, en tanto que su radio de simpatía o no antipatía (no es lo mismo) abarca por igual amplios sectores de blancos, negros e hispanos. Todas las encuestas señalan, por ejemplo, que del 12% de votantes que respaldan a John Edwards la gran mayoría apoyaría a Obama si su candidato abandona la partida. Yo, personalmente, creo que sería muy bueno para el Partido Demócrata tener al senador como su candidato y todavía mejor para Estados Unidos si este ganara los comicios presidenciales.La razón mayor que se esgrime en contra de su elección es su falta de experiencia ejecutiva en cuestiones de gobierno. La tenía todavía menos que él John Kennedy cuando fue elegido y en su breve gestión resultó un magnífico estadista que inyectó a la sociedad estadounidense un formidable dinamismo y un contagioso idealismo a toda la generación joven. Y eso es lo que necesita a gritos Estados Unidos después de este período de mediocridad, confrontación y desgarramiento: un líder nuevo, no contaminado con la politiquería menuda, que, trascendiendo la mera coyuntura, hable con un lenguaje genuino y persuasivo de los grandes problemas y sea capaz de transmitir un mensaje de esperanza, de confianza en el sistema y en el futuro, de solidaridad con los que sobrellevan la peor parte de la sociedad de la abundancia, y que toque por igual a los estadounidenses de todas las razas, culturas y estratos económicos. Creo que ningún otro candidato, ni demócrata ni republicano, es capaz de semejante empresa, con la sola excepción de Barack Obama. Las credenciales de este y de su esposa Michelle no pueden ser mejores. Hijo de un inmigrante negro africano y de una mujer blanca de Kansas, Obama se educó en Hawái y pasó una temporada larga en Indonesia, donde vivió la experiencia de un país subdesarrollado y musulmán. Gracias a sus méritos consiguió llegar a la universidad más prestigiosa del mundo, Harvard, donde fue un alumno estrella de la Law School cuya revista dirigió (por elección de toda la escuela, donde tanto los estudiantes blancos como los de color lo apoyaron). Michelle, por su parte, nacida en una familia modesta de Illinois, consiguió también gracias a sus sobresalientes estudios ser aceptada en Princeton y en Harvard, donde se graduó con honores. Ambos se conocieron haciendo trabajo social en las comunidades marginales de Chicago, de modo que, antes de que Barack Obama iniciara su carrera propiamente política, postulando a una representación local, ya llevaban ambos varios años de trabajo comunitario, inmersos en los sectores más violentos, pobres y desesperanzados de la sociedad estadounidense. Desde que descubrí el entusiasmo de mis tres estudiantes de Georgetown por Obama, del que hasta entonces no sabía nada, he procurado seguirlo, escucharlo y leerlo. No es un político al uso, sino una personalidad singular, excepcionalmente franca y persuasiva, que evita los estereotipos y las banalidades y no vacila en ir contra la corriente en defensa de sus convicciones. Su discurso frente a la comunidad negra, sobre todo, es tan riesgoso como principista: nada de victimismos ni lloriqueos, con todas sus limitaciones el sistema es suficientemente flexible y abierto como para vencer el infortunio, progresar y alcanzar unos niveles de vida decentes. Los negros no deben perder el tiempo lamentándose por los horrores del pasado, sino remangarse las camisas y ponerse manos a la obra para erradicar los males del presente, al igual que los hispanos, los demás inmigrantes y las decenas de decenas de americanos blancos que padecen escasez, abusos o viven por debajo de sus anhelos. El "sueño americano" no es un eslogan, sino una realidad que puede sufrir recesos momentáneos, como el actual, pero puede volver a funcionar como un marco de justicia y libertad para todos si los ciudadanos invierten en ello mucho trabajo e ilusión y los gobernantes dictan leyes justas y saben hacerlas respetar. Los términos claves de su discurso son reconciliación, solidaridad, abrir más y más oportunidades para todos y emprender una lucha implacable contra la corrupción, los favoritismos, el privilegio y el abuso. El senador Obama estuvo desde un principio contra la intervención armada en Iraq, algo que es una credencial ante los votantes de izquierda, pero, sin embargo, sobre este delicado asunto se muestra ahora sumamente pragmático y prudente, pues, en vez de exigir un retiro inmediato e incondicional de las fuerzas militares estadounidenses, propone una salida gradual y correlativa a la cesión de responsabilidades a las autoridades y fuerzas militares iraquíes, a fin de evitar el caos y, sobre todo, el aniquilamiento por los fanáticos de distintos pelajes de ese amplio sector de la sociedad iraquí que apostó por la democratización y se ha visto destrozado a mansalva por los extremistas sunitas, chiitas y las distintas sectas y grupúsculos terroristas. La buena salud del sistema político estadounidense consiste en haber hecho realidad aquello que Karl Popper sostenía era el ideal de una democracia: una institucionalidad que impidiera a los gobiernos hacer mucho daño. Estados Unidos ha tenido algunos malos presidentes, cuyos desafueros dejaron dramáticas secuelas en los ámbitos económicos, sociales y morales. Pero estas consecuencias hubieran podido ser infinitamente peores si el sistema de contrapesos, balances y, sobre todo, la descentralización del poder, de sus instituciones, no hubiera servido de freno y corrección de aquellos errores. Por eso, pese a todo lo malo que se le pueda achacar --y vaya si hay un país sobre la tierra que es sometido a un escrutinio sesgado y feroz por la miríada de enemigos con que cuenta-- cada vez ha conseguido rehacerse a sí mismo desde sus raíces. Por eso sigue siendo tan próspero, libre y poderoso. Aunque no gane la nominación demócrata y por lo tanto quede fuera de la carrera presidencial, Barack Obama ha conseguido ya un logro impresionante: volatilizar aquel prejuicio según el cual pasarían muchas generaciones antes de que un negro pudiera ser elegido presidente de Estados Unidos. El interesante informe que presenta esta semana la revista "Newsweek" al respecto es concluyente. Una encuesta nacional llevada a cabo por la "Newsweek Poll", da estos sorprendentes resultados: un 92% de las personas consultadas declaran que ellas sí votarían por un negro para la presidencia y un 59% cree que el conjunto de la sociedad sí está preparada para aceptar un mandatario de color. El mensaje interracial que ha sostenido el senador Obama desde el inicio de su campaña no puede haber dado mejores frutos: pese a haber un candidato de color, la raza no va a ser un factor decisivo a la hora de votar para los ciudadanos estadounidenses en esta elección. A diferencia de lo que ocurre en otras partes, como América Latina, donde en cada consulta electoral es el sistema mismo el que se pone a prueba, en Estados Unidos, una sociedad con una capacidad autocrítica pugnaz e ilimitada, la confianza en el sistema está sin embargo profundamente arraigada en la inmensa mayoría de la colectividad y quienes lo cuestionan y quisieran erradicarlo han sido siempre minorías insignificantes, sin la menor gravitación electoral, de existencia efímera. Por eso, aunque ha padecido crisis profundas, como el crash del 29 o la era de McCarthy y la caza de brujas, Estados Unidos no ha tenido nunca dictadores y su democracia se ha autorregenerado cada vez, con ayuda de líderes sanos, idealistas e incorruptibles. Ya era hora de que una de estas figuras renovadoras de la democracia americana fuera un joven de piel oscura, salido de uno de esos bolsones sociales deprimidos y conflictivos de la sociedad, al que el sistema permitió, pese a sus taras, superar la adversidad, salir adelante y dedicar su vida a luchar para que otros millones de norteamericanos desfavorecidos pudieran seguir su ejemplo.http://independent.typepad.com/elindependent/2007/07/obama-y-el-sueo.html